Sí, terminé trabajando con una política por la que había votado 2 años atrás. Tras la tuza de la Ola Verde en 2010, la rematada de la Alianza Peñalosa-Uribe en 2011 y el desastrozo primer año de Gobierno de Petro en 2012, había decidido por salud emocional desconectarme de la política. Cercené mi diario hábito de chequear las páginas de El Tiempo y El Espectador, en las que buscaba saber si el mundo político se movía hacia mi ciudad ideal, mi sociedad de los sueños. Me cansé de enterarme todos los días que seguíamos en un país del medioevo y una ciudad de finales del siglo XX que había perdido el respeto de sus ciudadanos.
No tendré tanta suerte en el amor, pero siempre la tengo en lo laboral. En los últimos días de mi anterior empleo ya estaba trabajando en la campaña de Angélica Lozano y Claudia López. Mi mente llena de pesimismo en lo público y desesperanza sobre el amor y la vida misma pronto tuvo en que ocuparse: Tenían que ganar.... y lo logramos.
Gracias, eso le dije a Angélica hace un par de semanas. Mi pesimismo en lo público vio a través de ella y de la gente que la acompaña optimismo (más moderado y sensato que el de "a mi no me pagaron, yo vine por que quise). Aprendí que la política la hacen las personas, no logos de girasoles (por eso las listas cerradas no me gustan), que en lo público no bastan las buenas intenciones, tampoco ser honesto, mucho menos ser técnicamente bueno. Se necesita ser disciplinado, entender el juego del poder, tener criterio para reconocer los intereses detrás de las palabras, comprender a los malos para defender a los buenos.
Pero la mayor lección es sin duda esta: Los ciudadanos subestimamos el poder que tenemos. Cuando la ciudadanía se organiza y posiciona sus intereses a través de un mensaje claro ante la opinión pública, gana poder de negociación ante quienes deciden, pues a los poderosos les interesa quedar bien, jamás quieren verse como los tiranos que son. La ciudadanía organizada pudo lograr, por ejemplo, tumbar las licencias ambientales exprés o, a través de la ciudadana-congresista que eligieron, presionar al Gobierno para poner en marcha la política pública lgbti y hacerlo temblar al casi conseguir "equilibrar" esa desequilibrada reforma al Estado que se discute en el Capitolio.
La aventura de meterme en política también me dejó algo muy importante: las personas ¡Qué dicha tanto afecto y tantos abrazos en este 2014! Es una delicia estar rodeado de gente que tiene convicciones políticas similares y con garra. Trabajar en una campaña abiertamente lgbti te permite la tranquilidad de no tener que pretender, de poder ser. Cuando no hay máscaras es mucho más fácil crear vínculos con los demás y eso fue lo que pasó.
En la vida podemos adaptarnos eternamente al entorno o podemos hacer uso de la maravillosa facultad humana de ver más allá del devenir: Podemos visualizar, podemos planear un futuro posible, podemos soñar. Los últimos meses han estado atravesados por la ansiedad de ver mis sueños inconclusos, mis talentos desperdiciados y mi curiosidad no alimentada. Me iré, me retaré a ver los sueños de cerca. Mucha sensibilidad artística acumulada ya, muchas ideas por transmitir, escribir, actuar, enseñar. Mucho por aprender del mundo también. Bienvenido el 2015, por los cuernos lo tomaré.
Desenredando
Escribir para entender.
miércoles, diciembre 31, 2014
lunes, noviembre 10, 2014
what's wrong with being sexy?
Sexual object or sexual subject. Where's the divisor line? Whats wrong with dancing with a stranger, suddenly kiss him, suddenly fuck him?
Nota Mental
1. Seguir los sueños y las pasiones.
2. "Nobody said it was easy" No abandonar ante las dificultades, molestias y frustraciones.
3. Disfrutar el camino y abonar la tierra en el recorrido.
2. "Nobody said it was easy" No abandonar ante las dificultades, molestias y frustraciones.
3. Disfrutar el camino y abonar la tierra en el recorrido.
jueves, mayo 15, 2014
Everthing emerges
Sometimes your life gets into a comfort zone... but once you meet someone you really like, everything emerges on you, the good and bad.
jueves, abril 17, 2014
Normal
No mido 1.80, tampoco 1.60. No soy gordo ni flaco. No soy un macho cascorvo, imponente y pretencioso, tampoco una diva de pasarela. Con certeza no soy bruto o ignorante, con certeza no tengo una mente brillante. No voy a gimnasio, no hago yoga ni teatro, no bailo, no escalo. No soy dócil, no soy imponente, no soy lampiño, no soy un oso. No soy para ti, porque soy normal.
miércoles, julio 10, 2013
Mr abroad:
If you had asked me 4 months ago about my hometown Bogotá, I probably wouldn't have had much to say. Sometimes you get so involved in your own thoughts while you are in a Transmilenio going to your work or getting back home, that you forget all the possibilities in the other side of the window. But now I do have something to say about my city. I am sure you already know our impressive economic indicators and how cosmopolitan is the city, so I’m going to let you know the perspective of an average citizen like me.
María Luisa:
Trato de ponerme en su lugar y creo entender la nostalgia que le produce dejar el campo, sus papás y sus hermanas. Con su situación me es inevitable pensar en la finca de mi abuela en Chipaque, Cundinamarca. Ganado y cultivos fueron suficientes para que mi abuela sacara adelante a todos sus hijos e hijas, entre ellas mi madre. Soy nieto de una mujer campesina e hijo de una mujer de la provincia del antiplano cundiboyancese.
Mi madre tomó la decisión en 1985 de venir a Bogotá. Se vino en condiciones muy parecidas a las suyas: joven, soltera, con estudios secundarios y sobre todo con una maleta llena de miedos. Empezó siendo secretaria en la librería de la universidad Nacional, luego en la Universidad Santo Tomás y después hizo lo mismo en una empresa llamada RAZA. Hoy, 25 años después, tiene una posición ejecutiva en el banco BBVA, una vivienda propia, un hijo de 22 a punto de ser profesional y un carro con el cual puede ir y venir de Chipaque cada vez que le da “mamitis”.
Y aquí estoy yo, a punto de graduarme de la universidad y empezar a trabajar. Sin embargo hay una gran diferencia: Empiezo desde un punto mucho más cómodo que mi madre. Soy afortunado de no tener que pensar en la comida del día o en pagar una renta teniendo 22 años ¿Sabe por qué? Porque mis padres, los dos de provincia, pudieron construir para mí un mejor futuro y me han hecho las cosas realmente muy fáciles y hoy, desde Bogotá, imagino mi futuro en otra ciudad del mundo.
María Luisa, con esta historia pretendo modestamente hacerle saber que Bogotá es una ciudad de oportunidades para todos. Venir aquí como empleada doméstica de seguro será el comienzo de un camino que la puede llevar muy lejos a usted, a sus futuros hijos, nietos y bisnietos. Lo único que necesita es tomar la decisión y encontrar en usted la fuerza interior para cumplir sus sueños. Veo en usted a mi madre y seguro que en unos años va tener hijos y nietos muy orgullosos de usted, tal como lo estoy yo de la mía.
Como le decía, el buen hijo siempre vuelve a casa, y vuelve con toda la manada. Ahora soy yo quien va a Chipaque a visitar a mi abuela, tíos, tías, primos y primas. Ahora soy yo, quien a veces en búsqueda de un paisaje más verde, va a aquella finca que alguna vez le dio de comer a mis antepasados y que ahora se muestra ante mí como un segundo hogar.
Dicho todo esto, solo me queda decirle que Bogotá la espera con las puertas abiertas y que depende de usted y solo de usted aprovechar las oportunidades que la ciudad le presente.
Mi madre tomó la decisión en 1985 de venir a Bogotá. Se vino en condiciones muy parecidas a las suyas: joven, soltera, con estudios secundarios y sobre todo con una maleta llena de miedos. Empezó siendo secretaria en la librería de la universidad Nacional, luego en la Universidad Santo Tomás y después hizo lo mismo en una empresa llamada RAZA. Hoy, 25 años después, tiene una posición ejecutiva en el banco BBVA, una vivienda propia, un hijo de 22 a punto de ser profesional y un carro con el cual puede ir y venir de Chipaque cada vez que le da “mamitis”.
Y aquí estoy yo, a punto de graduarme de la universidad y empezar a trabajar. Sin embargo hay una gran diferencia: Empiezo desde un punto mucho más cómodo que mi madre. Soy afortunado de no tener que pensar en la comida del día o en pagar una renta teniendo 22 años ¿Sabe por qué? Porque mis padres, los dos de provincia, pudieron construir para mí un mejor futuro y me han hecho las cosas realmente muy fáciles y hoy, desde Bogotá, imagino mi futuro en otra ciudad del mundo.
María Luisa, con esta historia pretendo modestamente hacerle saber que Bogotá es una ciudad de oportunidades para todos. Venir aquí como empleada doméstica de seguro será el comienzo de un camino que la puede llevar muy lejos a usted, a sus futuros hijos, nietos y bisnietos. Lo único que necesita es tomar la decisión y encontrar en usted la fuerza interior para cumplir sus sueños. Veo en usted a mi madre y seguro que en unos años va tener hijos y nietos muy orgullosos de usted, tal como lo estoy yo de la mía.
Como le decía, el buen hijo siempre vuelve a casa, y vuelve con toda la manada. Ahora soy yo quien va a Chipaque a visitar a mi abuela, tíos, tías, primos y primas. Ahora soy yo, quien a veces en búsqueda de un paisaje más verde, va a aquella finca que alguna vez le dio de comer a mis antepasados y que ahora se muestra ante mí como un segundo hogar.
Dicho todo esto, solo me queda decirle que Bogotá la espera con las puertas abiertas y que depende de usted y solo de usted aprovechar las oportunidades que la ciudad le presente.
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